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Así cambias durante el embarazo

Desde el mismo momento de la concepción, el útero aloja un embrión que día a día ocupará más y más espacio. Durante las diez primeras semanas, su tamaño es mínimo, pero a partir de entonces irá desarrollándose y creciendo rápidamente. 

 

Tu útero aumentará de tamaño considerablemente (en concreto, hasta ocupar cuatro veces su espacio habitual) y, mes a mes, subirá hasta desplazar los intestinos e, incluso, alcanzar el hígado. Eso se traducirá en peso y, sobre todo, tras el parto, ocasionará una distensión muscular que te dará aspecto de flaccidez, hasta que de nuevo recupere su tono normal.

Tu Piel se va a Estirar Muchísimo
Una circulación sanguínea más cargada de lo normal y el hecho de que tu abdomen crezca y crezca, va aumentar tu peso y tu volumen. Y eso, inevitablemente, hará que tu piel se tenga que estirar hasta donde nunca creíste que lo pudiera llegar a hacer. La piel es un órgano corporal absolutamente elástico y cederá sin problemas. Lo que ocurre es que, cuando tenga que recuperar su forma y posición habitual, el efecto será como el de una goma que has estirado mucho y luego vuelve a su ser: se encontrará deformada, floja y habrá que reafirmar y retensar tejidos. Además, la tensión a la que está sometida la piel se traduce en una sequedad extrema que, en ocasiones, llega a romper fibras de piel. Es muy probable que, cuando te desembaraces, veas que tienes una especie de cicatrices muy marcadas en caderas, abdomen, pecho... Son las estrías.

Aumentara tu Grasa Corporal
Con el embarazo, el organismo activa un resorte mecánico que le dice que tiene que acumular reservas para alimentar a un bebé. Así que tu cuerpo tenderá a hacer acopio de grasa. Por eso debes moderar tu ingesta: no por que comas más tú niño estará mejor alimentado. Él sólo cogerá (a no ser que exista algún problema específico asociado al embarazo, como la diabetes gestacional, por ejemplo) los nutrientes que le son indispensables para su formación: el resto te lo quedarás tú tras el parto en forma de kilos de más.

Y, Las Reservas Hídricas?
La formación de un bebé exigirá a tu cuerpo mucha más agua. Ésa suele ser la razón por la que la mayoría de las embarazadas pasan mucha sed, especialmente en las primeras semanas de la gestación. Debe formarse la placenta, y, poco a poco, la bolsa, llena de líquidos, además de los órganos propios del bebé. El problema surge cuando la ingesta de agua por parte de la madre es demasiada o, ya al final del embarazo, el sistema circulatorio está demasiado cargado y se ralentiza. En muchas mujeres embarazadas suele aparecer la famosa retención de líquidos. Es decir, los líquidos que la madre tiene en su organismo quedan atrapados: ni se expulsan ni el bebé los coge, porque sus necesidades están cubiertas. Eso produce un aumento de volumen en la futura madre, hinchazón, molestias abdominales y problemas circulatorios. Durante el embarazo se pueden prevenir practicando masajes especializados que favorezcan el drenaje linfático.

Fuente: www.guiamamaybebe.com 


Notas Importantes

¿Qué es un parto respetado?


Todas las actividades que se realizan en el marco de la Semana del Parto Respetado están vinculadas a la concientización acerca de los derechos de las mujeres a la hora de dar a luz, y la importancia de garantizar nacimientos seguros, naturales y durante los cuales la madre goce de absoluta libertad. El parto respetado es un parto donde la prioridad es la libertad de movimiento y postura, respetando la fisiología femenina dando el tiempo que necesite para el nacimiento.
Cuando hablamos de humanizar estamos hablando de la necesidad de devolverle al nacimiento su verdadero sentido, protagonizado por la mujer que pare, el hijo/a que nace y el hombre que acompaña, respetando los tiempos de la naturaleza que son distintos en cada mujer, y cuando los verdaderos protagonistas viven este momento con la entrega que se requiere, la intervención de las/os profesionales, será solo de acompañar sin intervenir.
Dar a Luz plenamente es posible si le devolvemos a la mujer la seguridad perdida, preparándola para un nacimiento en un lugar que ella escoja y que le de seguridad, rodeándola de un ambiente cálido, acompañada por las personas que forman su núcleo de amor y amistad y dejándola asumir la tarea de acuerdo a sus creencias y necesidades.
La institucionalización de los partos ha hecho que se sistematicen una serie de controles y procedimientos sobre la mujer y el bebé sin evaluar el estado de salud de cada individuo y sus necesidades particulares, transformándose en rutinas; que suelen ser molestas, dolorosas y potencialmente riesgosas aplicándose sin justificación científica por costumbre del equipo de salud o que sigue pautas que no han sido revisadas y actualizadas.
El proceso del trabajo de parto y nacimiento es diferente en cada mujer y cada bebé, es diferente en los aspectos tanto físicos como emocionales, diferente en su desarrollo temporal. Es necesario respetar el tiempo que cada mujer y cada bebé necesita para parir y nacer.
Fuente: Relacahupan
(Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y Nacimiento)