La Fertilidad
EL PADRE BUENO Y EL BUEN PADRE

Padres buenos hay muchos, buenos padres hay pocos. No creo
que haya cosa más difícil que ser un buen padre. En cambio no es
difícil ser un padre bueno. Un corazón blando basta para ser un padre
bueno; en cambio la voluntad más fuerte y la cabeza más clara son
todavía poco para ser un buen padre.

El padre bueno quiere sin pensar, el buen padre piensa para
querer. El buen padre dice que sí cuando es sí, y no cuando es no; el
padre bueno sólo sabe decir que sí. El padre bueno hace del niño un
pequeño dios que acaba en un pequeño demonio. El buen padre no
hace ídolos; vive la presencia del único Dios.

El buen padre echa a volar la fantasía de su hijo dejándole crear un
aeroplano con dos maderas viejas. El padre bueno amanteca la
voluntad de su hijo ahorrándole esfuerzos y responsabilidades.

El buen padre templa el carácter del hijo llevándolo por el camino
del deber y del trabajo.

Y así, el padre bueno llega a la vejez decepcionado y tardíamente
arrepentido, mientras el buen padre crece en años respetado,
querido, y a la larga, comprendido.

Notas Importantes

¿Qué es un parto respetado?


Todas las actividades que se realizan en el marco de la Semana del Parto Respetado están vinculadas a la concientización acerca de los derechos de las mujeres a la hora de dar a luz, y la importancia de garantizar nacimientos seguros, naturales y durante los cuales la madre goce de absoluta libertad. El parto respetado es un parto donde la prioridad es la libertad de movimiento y postura, respetando la fisiología femenina dando el tiempo que necesite para el nacimiento.
Cuando hablamos de humanizar estamos hablando de la necesidad de devolverle al nacimiento su verdadero sentido, protagonizado por la mujer que pare, el hijo/a que nace y el hombre que acompaña, respetando los tiempos de la naturaleza que son distintos en cada mujer, y cuando los verdaderos protagonistas viven este momento con la entrega que se requiere, la intervención de las/os profesionales, será solo de acompañar sin intervenir.
Dar a Luz plenamente es posible si le devolvemos a la mujer la seguridad perdida, preparándola para un nacimiento en un lugar que ella escoja y que le de seguridad, rodeándola de un ambiente cálido, acompañada por las personas que forman su núcleo de amor y amistad y dejándola asumir la tarea de acuerdo a sus creencias y necesidades.
La institucionalización de los partos ha hecho que se sistematicen una serie de controles y procedimientos sobre la mujer y el bebé sin evaluar el estado de salud de cada individuo y sus necesidades particulares, transformándose en rutinas; que suelen ser molestas, dolorosas y potencialmente riesgosas aplicándose sin justificación científica por costumbre del equipo de salud o que sigue pautas que no han sido revisadas y actualizadas.
El proceso del trabajo de parto y nacimiento es diferente en cada mujer y cada bebé, es diferente en los aspectos tanto físicos como emocionales, diferente en su desarrollo temporal. Es necesario respetar el tiempo que cada mujer y cada bebé necesita para parir y nacer.
Fuente: Relacahupan
(Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y Nacimiento)