Que me palpen de armas – Por Oscar Martinez

22 enero 2008 - Nada
Creo en el amor como en la experiencia más maravillosa de la existencia, como generador de toda clase de alegrías. Y en el amor correspondido, como la felicidad misma.
Pero no fui educado para él, ni para la felicidad, ni para el placer. Porque fui advertido malamente contra la entrega y el gozoso abandono que supone.
Cada día, entonces, todavía es una ardua conquista, una transgresión, una desobediencia debida a mí mismo, una porfía.
La laboriosa tarea de desaprender lo aprendido, el desacato a aquel mandato primario y fatal, aquel dictamen según el cual se gana o se pierde, se ama o se es amado, se mata o se es muerto.
La vida, por tanto, no me ha endurecido, ese sea tal vez mi mayor logro.
Que me palpen de armas. Dejo a un lado, si es que alguna vez tuve o me queda, toda arma que sirva para volverse temible, para someter, para acumular, para ser poderoso, para triunfar en un mundo de mano armada, en el que la felicidad se compra con tarjeta de crédito.
No quiero que la lucidez me cueste la alegría, ni que la alegría suponga la necedad o la ceguera…
Pero no me es fácil, me cuesta vivir a contratiempo, con la sensación de ser testigo de un desatino histórico gigantesco, de un extravío descomunal, tan irracional, absurdo o desolador como la bomba de neutrones.
No entiendo al mundo. Me parece, como dice Serrat,que ha caído en manos de unos locos con carnet. Me siento ajeno a la debacle, pero en el medio de ella.
Mi vida es apenas un instante en el océano del tiempo y es como si quisiera que ese instante fuera sereno y hondo, en el medio de una ensordecedora discoteca o de un holocausto definitivo, siempre a punto de estallar.
Me desazona la banalización de la vida. El pavoneo de la insensatez. El triunfo de la prepotencia y de la ostentación. La deshumanización salvaje de los poderosos, la aceptación y el elogio del "sálvese quien pueda". La práctica y la prédica del desamor y de la histeria.
Me descorazona la idiotez colectiva. La idealización de lo superfluo. El asesinato de la inocencia. El descuido suicida de lo poco que merecía nuestro mayor esmero. El desconocimiento o el olvido de nuestra propia condición.
Me conmovió, no hace tanto, que el cosmólogo Sagan, en un artículo extenso, escrito como desde un punto perdido en el infinito del espacio desde el cual el mundo se observa como una bolita cachuza, terminara diciéndonos:
"Besen a sus hijos, escuchemos a esos hombres, sigámoslos. Leamos a los poetas, no permitamos que el misterio de la existencia deje de estremecernos cada día, porque es el costo más alto que podemos pagar por nuestra necedad y nuestra omnipotencia.
La vida de un árbol merece nuestra devoción y nuestro más grande regocijo; al amparo gozoso de su sombra, acariciados por la tibieza de la luz del soly arrullados por el sonido mágico e irrepetible de su follaje, mecido por la mano invisible del viento, estaremos a salvo de la alienación y de la orfandad; siempre y cuando seamos capaces de apreciar esa gloria mientras nos sea posible de reconocer en ella nuestra mayor riqueza.
Que la muerte no nos hiera en vida, que la ferocidad no nos pueda el alma. Que nada troque nuestra dicha de estar despiertos.
Que una caricia nos atraviese como una flecha jubilosa y radiante.
"Besemos a los que amamos. Amémonos".
Oscar Martinez
MIEDO… AMOR… LIBERTAD… LAS CAUSAS DE LA DESDICHA NO EXISTEN FUERA DE LA CONSCIENCIA HUMANA.



Nota sobre Guillermo Martinez
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 Nada dos veces

Nada ocurre dos veces 
y nunca ocurrirá. 
Nacimos sin experiencia, 
moriremos sin rutina.

Aunque fuéramos los alumnos 
más torpes en la escuela del mundo, 
nunca más repasaremos 
ningún verano o invierno.

Ningún día se repite, 
no hay dos noches iguales, 
dos besos que dieran lo mismo, 
dos miradas en los mismos ojos.

Ayer alguien pronunciaba 
tu nombre en mi presencia, 
como si de repente cayera 
una rosa por la ventana abierta.

Hoy, cuando estamos juntos, 
vuelvo la cara hacia el muro. 
¿Rosa? ¿Cómo es la rosa? 
¿Es flor? ¿O tal vez piedra?

¿Y por qué tú, mala hora, 
te enredas en un miedo inútil? 
Eres, pues estás pasando, 
pasarás —es bello esto.

Sonrientes, abrazados, 
intentemos encontrarnos, 
aunque seamos distintos 
como dos gotas de agua.



Notas Importantes

¿Qué es un parto respetado?


Todas las actividades que se realizan en el marco de la Semana del Parto Respetado están vinculadas a la concientización acerca de los derechos de las mujeres a la hora de dar a luz, y la importancia de garantizar nacimientos seguros, naturales y durante los cuales la madre goce de absoluta libertad. El parto respetado es un parto donde la prioridad es la libertad de movimiento y postura, respetando la fisiología femenina dando el tiempo que necesite para el nacimiento.
Cuando hablamos de humanizar estamos hablando de la necesidad de devolverle al nacimiento su verdadero sentido, protagonizado por la mujer que pare, el hijo/a que nace y el hombre que acompaña, respetando los tiempos de la naturaleza que son distintos en cada mujer, y cuando los verdaderos protagonistas viven este momento con la entrega que se requiere, la intervención de las/os profesionales, será solo de acompañar sin intervenir.
Dar a Luz plenamente es posible si le devolvemos a la mujer la seguridad perdida, preparándola para un nacimiento en un lugar que ella escoja y que le de seguridad, rodeándola de un ambiente cálido, acompañada por las personas que forman su núcleo de amor y amistad y dejándola asumir la tarea de acuerdo a sus creencias y necesidades.
La institucionalización de los partos ha hecho que se sistematicen una serie de controles y procedimientos sobre la mujer y el bebé sin evaluar el estado de salud de cada individuo y sus necesidades particulares, transformándose en rutinas; que suelen ser molestas, dolorosas y potencialmente riesgosas aplicándose sin justificación científica por costumbre del equipo de salud o que sigue pautas que no han sido revisadas y actualizadas.
El proceso del trabajo de parto y nacimiento es diferente en cada mujer y cada bebé, es diferente en los aspectos tanto físicos como emocionales, diferente en su desarrollo temporal. Es necesario respetar el tiempo que cada mujer y cada bebé necesita para parir y nacer.
Fuente: Relacahupan
(Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y Nacimiento)