Castigos o límites para los niños. Entrevista a la psicóloga Mª Luisa Ferrerós

¿Cómo enseñar normas y aplicar límites a los niños?

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Muchos padres no sabemos qué hacer para que nuestros hijos se porten bien, pero ¿en qué fallamos? ¿Cómo conseguir que los hijos nos respeten? La psicóloga infantil, María Luisa Ferrerós, autora del libro ¡Castigado! ¿Es necesario?, propone alternativas educativas ingeniosas y eficaces para educar a los niños mediante una serie de consejos prácticos, que han dado lugar a su método, el método Ferrerós.

Claves para educar con límites

¿En qué fallamos los padres en la educación de nuestros hijos?
El fallo más importante es la inseguridad, no saber a dónde vamos y probar diferentes cosas cuando no funciona una a la primera. El niño nota esta inseguridad y les invita a portarse peor. Otro de los fallos que tenemos es que las parejas no vamos como un equipo, sino que jugamos mucho a "poli bueno y el poli malo". El niño capta que lo que mamá no me deja hacer, papá si. Hay muchos estilos educativos dentro de la misma familia y eso los niños también lo aprovechan para sacar rendimiento a sus intereses.

¿Cómo podemos aplicar la disciplina a los niños y cuándo debemos empezar a poner los límites?
Debemos empezar, desde el primer año a poner limites al niño, diciéndole que no: "no toques, no subas, no bajes". El niño, al año, está jugando con nosotros y basta que le digas que no, para que vaya a provocar, pero sabe perfectamente que le estas diciendo que no y tiene que aprender a interpretar el "no". Por eso, es importante que el "no" vaya acompañado de una cara seria. Pensamos que el niño va probando, va jugando con nosotros, pero cuando ve que ante la misma cosa, respondes de la misma manera, que no y con cara seria, el niño al final deja de hacer lo que no debe. 
Los límites se interpretan según tu cara y tu gesto. Hay una serie de señales no verbales que acompañan y son muy importantes: el tono, la gravedad, la firmeza o la actitud. Estar convencido es la base para que le puedas transmitir a tu niño y reaccione positivamente. Si tú estás haciendo una cosa porque lo has oído, te lo han dicho, pero no estás seguro, entonces no te funcionará. Los padres debemos entender porque estamos haciendo las cosas y cuál es el objetivo porque es la única manera de que al niño le llegue el mensaje. El mensaje debe ser un mensaje de dentro, de actitud, de decir yo soy el capitán del barco, pongo unas normas por el bien de mi hijo porque quiero sacar el mejor partido de mi hijo y es bueno para él. Cada uno puede adaptar, en el libro damos muchas opciones y cosas diferentes que se pueden hacer, su manera de ser, a la familia, al entorno, a cómo es el niño… pero a educar hay que empezar cuanto antes mejor, sin posponer porque nos plantarnos con un hijo de 15 años, y empezar de 0 cuesta mucho.

¿Podemos establecer una conducta educativa basándonos en el carácter del niño? 
Hay niños que son muy potentes y muy fuertes, que obedecen a limitaciones drásticas, o con los que te has de enfadar mucho para que les haga efecto. Y hay otros niños que lo mismo les destroza, depende de la sensibilidad del niño. Eso de que los papás tenemos que ser justos y actuar con todos igual quiere decir que nos tenemos que adaptar a la sensibilidad de cada uno, a su manera de ser, a su miedo, a su tozudez. 
Por ejemplo, no se puede castigar a un niño inquieto sin moverse. Al revés, en los niños muy movidos, los castigos educativos que mejor funcionan son dar vueltas corriendo o subir y bajar escaleras. "¿Te has portado mal o has pegado a tu hermano? Pues venga, sube y baja las escaleras de casa diez veces", que se agoten, lo necesitan. En cambio a un niño que es más tranquilo, ess castigo no le hace bien. 
A los niños que son muy sensibles, no les hacen falta castigos tan contundentes, ellos pueden hacer cosas de más colaboración. También depende mucho si son chicos o chicas: los chicos siempre necesitan castigos de más acción, las chicas de más pensar, a los chicos a veces les va muy bien que los castigue papá, a las mamás nos torean más, en cambio las chicas necesitan más presencia materna.

Autoritario, permisivo... ¿qué tipo de padre debemos ser ahora?
Un padre flexible que se adapte a la situación. Los extremos siempre son malos. El exceso de autoritarismo es igual de malo que el exceso de permisividad. Si nos fijamos, los niños con conflictos de verdad vienen de familias excesivamente permisivas o excesivamente autoritarias, por tanto, lo ideal es estar en el punto medio. El punto medio quiere decir que cuando hay que decir que no, hay que ser capaces de decir que no, y cuando hay que soltar un poquito la cuerda, soltarla. Eso no quiere decir que seamos colegas de nuestros hijos ni que seamos amigos, nuestros hijos nos han de respetar, por lo tanto, siempre tenemos que estar en ese punto de control, un mínimo de respeto es imprescindible. Siempre es mejor pecar de un exceso de respeto que de falta de respeto.

¿Cómo conseguirlo? ¿Hay que inculcarlo desde la infancia o podemos recuperarlo después sino lo hemos hecho a su debido tiempo?
Pasa por respetarnos a nosotros mismos y tener claro que un niño, aunque sea hijo tuyo, no te puede pisar y hay cosas que no te puede decir. Hay cosas que tú no le vas a consentir a una persona de fuera y tampoco se las puedes consentir a tu hijo. Hay que tener muy claro que a tu hijo no le puedes consentir que te diga tonta, o déjame, o te deje la ropa tirada… porque es una falta de respeto. Todo esto pasa por tener muy claro el respetarse a sí mismo, y que los padres no estamos al servicio de nuestros hijos, no somos monitores de tiempo libre, nosotros estamos para ayudarles a que crezcan, para darles la mano para que se hagan mayores, pero en un entorno de convivencia con unas normas. Si yo no le voy a dejar tiradas las cosas para que las recoja él, tampoco lo puede hacer conmigo, si yo no le insulto, él tampoco me puede insultar, y no se lo debo consentir, no sólo por mi, por mi dignidad, sino porque sino él no va a aprender esa dignidad y ese respeto, y eso no se puede enseñar, hay que imitarlo.

¿Debemos negociar con los hijos? ¿Cómo hacer para que la sociedad se olvide del castigo físico?
Estoy en contra del castigo físico, porque realmente no lleva a ningún lado. La violencia genera violencia, y por ahí no vamos bien. 
Para ser un padre firme no necesitas darle un cachete, si tú tienes claras las cosas y al niño no le dejas pasar una, no hace falta. Hace falta que tú estés convencido y que haya una serie de cosas que no sean negociables y que el niño tenga claras. Pero eso no quiere decir que entonces el niño sea el rey de la casa y haga lo que le de la gana. 
Una cosa es que estemos en contra de la violencia, de la agresión en todos los ámbitos y otra cosa es que no haya respeto. El respeto es fundamental, precisamente cuando tu respetas a una persona, no le pones la mano encima. Una cosa es no violencia y otra cosa es que no haya límites y que el niño pueda hacer lo que quiera, y no se puede porque en la sociedad hay límites y hay normas y estas educando a estos niños para que vivan en esa sociedad. Además en el colegio hay unos límites y unas normas muy claras, los niños lo saben y no están nada traumatizados y las cumplen. Por lo tanto, en casa ha de haber normas, y eso no quiere decir que se este todo el día castigando al niño.
El problema del cachete y la bofetada es que empiezas por esto ¿y luego qué? Te quedas sin argumentos, ¿luego que se hace? ¿pegarle una paliza? Estoy totalmente en contra del castigo físico, pero estoy totalmente en contra de que los niños sean los dueños de casa y hagan lo que quieran. 

¿Cuál es la clave para educar con límites?
Hay que mantenerse firme sin enfadarse, sin gritar, ¡es que no hace falta! Si tú tienes claras las cosas, no hace falta todo eso, hace falta leer el libro, ponerse las pilas, que te reboten las cosas y trasmitir mucha seguridad. No es fácil, pero es una cuestión de autoconvencerse, de tener esa fuerza mental de decir: "yo voy a poder con los niños y ya me he cansado de chillar, esta no es la forma". Que el niño hace una cosa pues tiene una consecuencia: los niños te están retando todo el día, "pues ahora no te quiero, me voy a ir de casa…", te van a decir de todo, pero todo eso son provocaciones, el niño no lo piensa, están buscando a ver si tú te tambaleas. Cuando el niño te dice esto, no te has de inmutar, has de darle seguridad sin entrar en su juego, tienes que pensar que el niño te esta provocando, mirando a ver cuál es tu punto y cada vez que el quiera algo lo usará.

¿La falta de límites puede tener consecuencias nefastas para la educación de los hijos?
El niño cuando es pequeño no tiene criterio, su criterio está basado en lo que le gusta, pero este criterio no quiere decir que sea bueno para él, por lo tanto, no me sirve. ¿Un niño de 5 años puede ver El señor de los anillos? Pues no, aunque haya muchos papás a los que les parezca fantástico, el niño no entiende el argumento de la película, y aunque es verdad que la película acaba bien y que tiene una buena moraleja, un niño de 5 años no lo capta, solo ve las espadas, los elfos… y luego tiene miedo. Entonces no le podemos dejar ver eso, por su bien, no porque a mi me guste o me deje de gustar. 
Tengo adolescentes en la consulta que han dejado los estudios, que están en un momento que no saben que hacer con su vida, y yo les he preguntado cómo han llegado a ese límite si no son tontos, y muchos de ellos dicen que se lo han dejado hacer todo en su casa. El otro día un niño de 18 años me dijo, es que a mi nunca me han castigado, nunca me han mantenido un castigo, entonces yo no estoy acostumbrado a esforzarme, me cuesta. Claro que con 18 años ahora no se por donde empezar. Esto me lo han dicho muchas veces, y me encantaría que los padres lo pudieran oír. Tengo niñas de 14 años que dicen "si es que a mis padres les da igual lo que haga, porque me lo dejan hacer todo".
Los niños no quieren que les des todo, sino que estés por ellos y cuando hay una cosa que no han de hacer, que no se la dejemos hacer, porque a veces ellos no tienen fuerza de voluntad. A veces, se dejan llevar por los amigos y no se atreven a enfrentarse a los amigos, necesitan que nosotros les digamos que no, y en el fondo para ellos es una excusa fantástica porque les evitas hacer algo que no quieren hacer. Todo esto tiene que darnos esa fuerza para poder decir no.

Marisol Nuevo.


Las malas palabras: ¿cómo hago para que no las diga?

Es normal que los niños digan palabrotas para provocarnos ¿es mejor hacer oídos sordos o retarlos?

Momento incómodo en la vida de toda madre: Viajando con su hijo de tres años en el colectivo y que el niño maldiga en frente de todos y a los cuatro vientos. La gente, sorprendida, mira a la madre con cara de: “Es un mocoso malcriado y es toda tu culpa”.

 

 

Lo que los pasajeros del colectivo no entienden es que el niño sólo está jugando y no tiene idea de qué está diciendo. Esa palabrota la pudo haber escuchado en cualquier lado y no necesariamente refleja que sus padres la digan constantemente.

 

Pero el niño va a estar contento después del papelón porque cometió su objetivo: es el centro de la atención.

 

Los más chiquitos

 

La etapa en que los niños dejan atrás los pañales y comienzan a controlar su esfínter es el origen de la problemática.

 

Saber retener y expulsar les produce un gran placer y por eso, todo lo que tenga que ver con ir al baño les resulta sumamente interesante. Por otro lado, lo asocian con lo desagradable: mancharse la cola o mojarse en la cama.

 

En este momento de sus vidas suelen elegir palabras relacionadas con lo escatológico para llamar la atención de los adultos, porque son palabras de las que han tenido vivencias concretas en lugar de otras de las cuales no conocen bien el significado.

 

A medida que crecen…cambia el contenido de estas expresiones y su motivación. Escuchan malas palabras en la calle, el colegio o la propia casa y las repiten. Aquí entrarán en juego las palabrotas propiamente dichas.

 

¿Por qué lo hacen?

 

  • Para transgredir las normas
  • Para ser igual a los otros niños
  • Para demostrar que ya no son bebés

 

 ¿Qué hacer frente a esta rebeldía?

 

Si sabemos que lo hacen para llamar nuestra atención, lo mejor es ignorarlos. Así se evita entrar en el juego de la provocación.

 

Dar el ejemplo. No decir malas palabras en frente de los niños (tampoco vendría mal dejar de decirlas por completo). Para que no nos imiten y para ser coherentes con lo que estamos tratando de enseñarles.

 

No sobreactuar. Hay que recordar que, aunque cometieron una falta, son pequeños y sólo pretenden jugar. No hay que ser demasiado estrictos a la hora de corregirlos.

 

Explicar qué palabras son inaceptables. Que entiendan cuáles son las que no nos gustan y el porqué. No en el momento en que las dicen, pero tampoco que la explicación sea muy distanciada del hecho concreto.

 

Si se llega a tal punto, explicarles qué significa esa palabrota que gritan todo el día. Que entiendan que si insultan a sus amiguitos o hermanos los pueden herir. Además, levante la mano la mamá que no escuchó que “carajo” originalmente significa una parte del barco.

 

 

¿Hasta qué punto aceptarlo?

 

 

Cuando la frecuencia o intensidad son excesivas la situación se debe analizar de otra manera. A veces los niños recurren a las malas palabras para:

 

 
  • Resolver una necesidad imperiosa de llamar la atención
  • Expresar desagrado a través de la agresividad.
 

 

Sería bueno hacer una autoevaluación: ¿le brindamos la suficiente atención?; ¿lo escuchamos?; ¿somos demasiados estrictos?; ¿hay algún conflicto en la familia que lo pueda estar molestando?


http://www.materna.com.ar/Ni%C3%B1o/Ni%C3%B1ez-de-3-a-4-a%C3%B1os/Articulos-Ni%C3%B1o-de-3-a-4-a%C3%B1os/Las-malas-palabras/Articulo/ItemID/18731/View/Details.aspx



ESO NO SE HACE!...

Como poner los límites a los hijos.

Durante los 3 primeros años de vida, los padres son los responsables de moldear la personalidad de sus hijos, son quienes mediante el afecto pueden convertirlos en seres felices. En este período se desarrollan las características básicas de la inteligencia emocional; que son el optimismo, la generosidad y la autonomía.

Pero también durante esta etapa los padres deben establecer los límites de manera positiva y es de esta forma que los niños aprenden a tranquilizarse, autocontrolarse y a no frustrarse.

Tips para poner los límites:

Cuando el niño no obedece o se comporta mal lo primero que se debe hacer es:

- Advertirle: consiste en avisar al niño que se está comportando mal y que la próxima vez, no hay aviso, porque se lo va a retar y castigar.

Retarlo: cuando se reta al niño, es importante que el reto sea corto, preciso y no generalizador, por ejemplo, es mejor decirle: ¨Se te cayó la comida al suelo porque te moviste de la silla¨ y no decirle ¨Siempre haces lo mismo¨ o ¨No aprendes más¨, estas son frases que no sirven para retar a su hijo. La frase tan conocida ¨Nunca me haces caso¨, tampoco sirve para retar al niño.

Por ejemplo: si al niño se le cayó la comida al suelo, es importante resolver el caso de alguna manera concreta, donde el problema sea resuelto, una opción puede ser que el niño colabore a limpiar lo que ensució y de este modo se induce a formar un niño optimista.

Si la conducta del niño sobrepasa los límites establecidos por los padres se recurre a la penitencia.

- Penitencia: También llamada ¨Time Out¨. Este es un tiempo de exclusión que consiste en ubicar al niño en algún lugar de la casa donde pueda permanecer tranquilo. 
La duración de la penitencia debe ser un minuto por cada año del niño, o sea si el niño tiene 3 años de edad, le corresponden 3 minutos de penitencia, ni más, ni menos.
El lugar de la penitencia debe ser un lugar elegido por los padres con anterioridad, ya que ese lugar tiene que cumplir con ciertos requisitos y debe ser siempre el mismo. 
El lugar para hacer cumplir la penitencia, debe ser un lugar tranquilo, no estimulante, debe ser aireado y luminoso, un lugar desde donde el niño pueda visualizar a sus padres.
La penitencia NO consiste en encerrar al niño, en un cuarto o en el baño. 
La penitencia es un lugar donde el niño debe sentirse apartado de los demás, no encerrado, ni totalmente aislado, y donde pueda reflexionar acerca de lo que hizo mal.
Sugerencia: Los padres no deben seguir retando a su hijo mientras está en penitencia porque de esa manera el niño interpretará que el adulto que lo puso en ese lugar no estaba completamente seguro al hacerlo, y por ende el niño hará más berrinches para molestar a sus padres. A menudo los niños que están en penitencia lloran mucho o se portan peor, para provocar a los padres, y que estos les sigan hablando; la conducta a seguir por los adultos es ignorarlos durante esos minutos.
El tiempo de la penitencia o exclusión, también es un buen momento para que los padres y los niños se tranquilicen.
- Quitar un privilegio: Es otra opción para poner límites al niño. Se puede reemplazar por la penitencia, sobre todo cuando el niño ya es un poquito más grande y su edad supera los 3 años, porque ya puede entender que aquello que tenía hace un rato, ahora no lo tiene porque se comportó mal. 

Los privilegios que se pueden quitar son: 

- Jugar con la computadora
- Mirar televisión
- Hablar por teléfono
- Visitar o recibir amigos

- Incentivar: Al niño no hay que darle un regalo para que se porte bien; ni tampoco premiarlo con un obsequio porque se portó bien. Sólo hay que incentivarlo a que se comporte bien mostrándole que de esa manera esta cooperando con sus padres. No se debe usar el chantaje.

Los padres son los primeros que deben ponerse límites, para enseñarles a sus hijos a seguir un buen modelo de conducta.

Notas Importantes

¿Qué es un parto respetado?


Todas las actividades que se realizan en el marco de la Semana del Parto Respetado están vinculadas a la concientización acerca de los derechos de las mujeres a la hora de dar a luz, y la importancia de garantizar nacimientos seguros, naturales y durante los cuales la madre goce de absoluta libertad. El parto respetado es un parto donde la prioridad es la libertad de movimiento y postura, respetando la fisiología femenina dando el tiempo que necesite para el nacimiento.
Cuando hablamos de humanizar estamos hablando de la necesidad de devolverle al nacimiento su verdadero sentido, protagonizado por la mujer que pare, el hijo/a que nace y el hombre que acompaña, respetando los tiempos de la naturaleza que son distintos en cada mujer, y cuando los verdaderos protagonistas viven este momento con la entrega que se requiere, la intervención de las/os profesionales, será solo de acompañar sin intervenir.
Dar a Luz plenamente es posible si le devolvemos a la mujer la seguridad perdida, preparándola para un nacimiento en un lugar que ella escoja y que le de seguridad, rodeándola de un ambiente cálido, acompañada por las personas que forman su núcleo de amor y amistad y dejándola asumir la tarea de acuerdo a sus creencias y necesidades.
La institucionalización de los partos ha hecho que se sistematicen una serie de controles y procedimientos sobre la mujer y el bebé sin evaluar el estado de salud de cada individuo y sus necesidades particulares, transformándose en rutinas; que suelen ser molestas, dolorosas y potencialmente riesgosas aplicándose sin justificación científica por costumbre del equipo de salud o que sigue pautas que no han sido revisadas y actualizadas.
El proceso del trabajo de parto y nacimiento es diferente en cada mujer y cada bebé, es diferente en los aspectos tanto físicos como emocionales, diferente en su desarrollo temporal. Es necesario respetar el tiempo que cada mujer y cada bebé necesita para parir y nacer.
Fuente: Relacahupan
(Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y Nacimiento)