Otra mirada*


Nacer en casa: ¿sí o no?. Sobre los partos domiciliarios, la pregunta obliga a una contestación por sí o por no, pero prefiero aceptar ambas respuestas. Por el sí, puesto que es razonable que algunas parejas quieran un parto en casa para evitar el ambiente y el trato despersonalizado de la mayoría de los médicos y de todo el personal de salud que trabaja de esta manera. Monitoreos electrónicos sistemáticos, estimulación de las contracciones mediante drogas, partos en camilla, sólo por citar a algunos ejemplos de maniobras que no son frecuentes en los partos domiciliarios. Asimismo, aquellos que estimulan esta opción, sostienen que aporta ventajas de tipo psicológico para los padres y para sus hijos y hermanos.

Por el no, diría que los pocos trabajos que han monitorizado y comparado estos partos con respecto a los partos hospitalarios, han encontrado un riesgo mayor de morbilidad y mortalidad tanto para la madre como para el niño.

Si se considera que un tercio de los niños que ingresan a una unidad de cuidados intensivos neonatales proviene de complicaciones provenientes del trabajo de parto o del parto, y que la mayoría de ellos no podían ser previstos, se comprende entonces que muchos médicos consideren que este tipo de parto puede significar un riesgo inaceptable. En efecto, los desgarros vaginales, el desprendimiento de placenta o la hemorragia post parto por falta de una correcta retracción uterina suelen ser complicaciones difíciles de prevenir.

Claro está que hay países como Suecia u Holanda donde la mayoría de los partos se realiza en domicilio y con resultados aún mejores que los nuestros, o de otros países cuya modalidad institucional es cercana al ciento por ciento. Pero no debe perderse de vista que estos países poseen poblaciones muy homogéneas que difieren sustancialmente de las nuestras. Se estima que en los EE.UU, aproximadamente el 2 a 3 por ciento de los partos son domiciliarios.Y la demanda es creciente, por lo que varios hospitales buscan crear una atmósfera familiar en las salas de parto, o bien articulan las habitaciones de manera tal que el parto pueda efectuarse en la misma habitación en la que la madre permanecerá internada con su bebé. Además, se estimula la presencia del marido o de otros miembros de la familia si la madre lo deseara. Los padres pueden seccionar el cordón umbilical, estar presentes durante la operación cesárea, permanecer en internación conjunta junto a sus esposas, o bien tener horarios de visita sumamente flexibles.

Los obstetras en nuestro país se muestran remisos a este tipo de partos domiciliarios fundamentalmente por los riesgos mencionados. Sin embargo, reconocemos que existen algunos colegas que practican estos partos de manera idónea, segura y responsable.

*Dr. Mario Sebastiani. Presidente de la Asociación Argentina de Ginecología y Obstetricia Psicosomática.

Notas Importantes

¿Qué es un parto respetado?


Todas las actividades que se realizan en el marco de la Semana del Parto Respetado están vinculadas a la concientización acerca de los derechos de las mujeres a la hora de dar a luz, y la importancia de garantizar nacimientos seguros, naturales y durante los cuales la madre goce de absoluta libertad. El parto respetado es un parto donde la prioridad es la libertad de movimiento y postura, respetando la fisiología femenina dando el tiempo que necesite para el nacimiento.
Cuando hablamos de humanizar estamos hablando de la necesidad de devolverle al nacimiento su verdadero sentido, protagonizado por la mujer que pare, el hijo/a que nace y el hombre que acompaña, respetando los tiempos de la naturaleza que son distintos en cada mujer, y cuando los verdaderos protagonistas viven este momento con la entrega que se requiere, la intervención de las/os profesionales, será solo de acompañar sin intervenir.
Dar a Luz plenamente es posible si le devolvemos a la mujer la seguridad perdida, preparándola para un nacimiento en un lugar que ella escoja y que le de seguridad, rodeándola de un ambiente cálido, acompañada por las personas que forman su núcleo de amor y amistad y dejándola asumir la tarea de acuerdo a sus creencias y necesidades.
La institucionalización de los partos ha hecho que se sistematicen una serie de controles y procedimientos sobre la mujer y el bebé sin evaluar el estado de salud de cada individuo y sus necesidades particulares, transformándose en rutinas; que suelen ser molestas, dolorosas y potencialmente riesgosas aplicándose sin justificación científica por costumbre del equipo de salud o que sigue pautas que no han sido revisadas y actualizadas.
El proceso del trabajo de parto y nacimiento es diferente en cada mujer y cada bebé, es diferente en los aspectos tanto físicos como emocionales, diferente en su desarrollo temporal. Es necesario respetar el tiempo que cada mujer y cada bebé necesita para parir y nacer.
Fuente: Relacahupan
(Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y Nacimiento)