Había arreglado con mi hermano menor que pasaba por su trabajo a buscar una laptop que él iba a configurarme. Llegué en taxi y, desde la puerta, le mandé un mensaje de texto. Al rato, bajó corriendo: "Perdoname, pero justo estoy en reunión con mi jefe", dijo mientras apoyaba la compu y algunos cables en el asiento trasero. Cuando me quise dar cuenta, ya estaba entrando en el edificio de la empresa en que trabaja. "Pero si a este mocoso yo le cambiaba los pañales, y ahora sale hecho un techie boy, hablando de un jefe", me quedé pensando.

No es que lo haya dejado de ver por un tiempo, ni que no supiese que trabaja desde hace varios años. Pero ese día me cayó la ficha: mi hermano -y hago un esfuerzo terrible para no decirle mi hermanito- ya es un hombre. Ni les cuento lo fuerte que fue cuando, días después, anunció que se iba a vivir solo. Alquiló su primer departamento en pleno Centro, lo decoró, le puso su sello y nos invitó a mí y al resto de mis hermanos a comer unas pizzas.

Es que los hermanos menores son como hijos prematuros que nos da la vida. Es ensayar con personas de carne y hueso el rol materno. Se despierta una sensación de cuidado infinito, de responsabilidad pura, de amor eterno.

Todavía hoy me acuerdo de la primera vez que alcé a mi hermana menor. Yo tenía 6 años y piquito, era la última mujer de cuatro hijos, y ella venía a terminar mi reinado. Como debe ser, me mataban los celos. Pero mi mamá me la dio para que le hiciera upa, y cuando la tuve en mis brazos, sentí quererla con locura. De ahí en más, le hice la vida imposible, y mientras escribo este editorial, me llega un mail suyo en el que me cuenta con tanta madurez un proceso que está viviendo que digo: "Pucha, qué mujer increíble". Así son los hermanos menores, una fuente infinita de oxitocina, una oportunidad para abrazar la vida desde la niñez.

También fue un flash cuando vi por primera vez a mi otro hermano menor vestido de traje para ir a trabajar. O cuando sentó a su novia en la mesa familiar. Quedaron grabadas en mis células las emociones que sentí al descubrir que ya no eran más mis "hermanitos". Son adultos dispuestos a bailar la danza de la vida.

Ojalá vos también puedas disfrutar tanto como yo de tus hermanos menores. Y si la vida no te los dio, siempre tenés la opción de elegirlos. Darte la oportunidad de descubrir a un ser para cuidarlo es simplemente maravilloso. Para vos y para el otro.

Cariños, Felicitas
Directora Editorial

Notas Importantes

¿Qué es un parto respetado?


Todas las actividades que se realizan en el marco de la Semana del Parto Respetado están vinculadas a la concientización acerca de los derechos de las mujeres a la hora de dar a luz, y la importancia de garantizar nacimientos seguros, naturales y durante los cuales la madre goce de absoluta libertad. El parto respetado es un parto donde la prioridad es la libertad de movimiento y postura, respetando la fisiología femenina dando el tiempo que necesite para el nacimiento.
Cuando hablamos de humanizar estamos hablando de la necesidad de devolverle al nacimiento su verdadero sentido, protagonizado por la mujer que pare, el hijo/a que nace y el hombre que acompaña, respetando los tiempos de la naturaleza que son distintos en cada mujer, y cuando los verdaderos protagonistas viven este momento con la entrega que se requiere, la intervención de las/os profesionales, será solo de acompañar sin intervenir.
Dar a Luz plenamente es posible si le devolvemos a la mujer la seguridad perdida, preparándola para un nacimiento en un lugar que ella escoja y que le de seguridad, rodeándola de un ambiente cálido, acompañada por las personas que forman su núcleo de amor y amistad y dejándola asumir la tarea de acuerdo a sus creencias y necesidades.
La institucionalización de los partos ha hecho que se sistematicen una serie de controles y procedimientos sobre la mujer y el bebé sin evaluar el estado de salud de cada individuo y sus necesidades particulares, transformándose en rutinas; que suelen ser molestas, dolorosas y potencialmente riesgosas aplicándose sin justificación científica por costumbre del equipo de salud o que sigue pautas que no han sido revisadas y actualizadas.
El proceso del trabajo de parto y nacimiento es diferente en cada mujer y cada bebé, es diferente en los aspectos tanto físicos como emocionales, diferente en su desarrollo temporal. Es necesario respetar el tiempo que cada mujer y cada bebé necesita para parir y nacer.
Fuente: Relacahupan
(Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y Nacimiento)