El sistema inmune del niño se desarrolla durante la vida fetal, pero no madura completamente hasta los 2 años de vida.
En el momento del nacimiento, no está completamente desarrollado. El neonato necesita ayuda de la madre para su protección inmediata y para la construcción a largo plazo de su propio sistema inmune. Este apoyo inmune lo recibe vía placenta y por la leche materna.
Viaje por la placenta. El pasaje por la placenta de algunas defensas (IgG) de la madre al feto, hace que en el momento del nacimiento el recién nacido a término tenga en un 90 por ciento estas defensas de su madre. Estos anticuerpos confieren inmunidad durante los primeros meses de vida, porque al ser "prestados" se terminan en ese lapso.
Vía leche materna. La leche de madre aporta una gran cantidad y variedad de formas de defensas. Nombraremos solo algunos como:
–La IgA secretora(IgAs) es la defensa principal de la leche materna, está en grandes cantidades: 0,5-1,5 g/L. Existen células en la madre (linfocitos) que emigran desde sus tejidos intestinales a la glándula mamaria de la madre lactante y allí producen las IgAs de la leche, que proporcionarán protección contra microbios y proteínas alimentarias que la madre tiene en el intestino. Por ello, sus patógenos no causarán problemas al lactante. Las IgAs bloquean la unión de los patógenos a las superficies mucosas, especialmente del intestino.
Contiene, también en pequeñas cantidades, otras inmunoglobulinas (IgG e IgM).
–Lactoferrina, cuya concentración es muy elevada (1-4 g/L) en la leche madura y es relativamente resistente a la degradación enzimática. Actúa sinérgicamente con la IgAs, ambas son importantes para la defensa y nutrición del bebé. La lactoferrina es bactericida, inmunoestimulante y antiinflamatoria.
–Los oligosacáridos (azúcares) de la leche evitan la unión de patógenos a la mucosa como neumococo y Haemofilus influenza. Es uno de los mecanismos de defensa principales de la leche humana. Se ha demostrado que estos oligosacáridos son resistentes a la digestión intestinal y se excretan intactos en las heces y orina del neonato.
–Además, tiene lisozima, que inhibe la producción sustancias tóxicas por los neutrófilos.
La leche humana protege contra numerosas infecciones, como otitis media, infecciones respiratorias superiores e inferiores, diarrea, infección urinaria, sepsis neonatal y enterocolitis necrotizante. Y no solamente durante la lactancia, ya que recientemente se ha reconocido que los niños alimentados al pecho tienen mejor protección frente a infecciones durante años. Esto se comprobó para otitis media, infecciones respiratorias, diarrea, bronquiolitis e infecciones por el Haemofilus influenza b. También tienen mejor respuesta de anticuerpos y células B a las vacunas.
–Componentes celulares:
La leche de madre es un tejido vivo, por lo que al alimentar al pecho a su hijo, la mamá le aporta células activas con funciones de defensas.
–Los macrófagos, son las células que están en mayor cantidad, Su función es la fagocitosis y la secreción de sustancias inmunes específicas, contra las que la madre ha tenido contacto. Los macrófagos secretan IgA, lisozima y lactoferrina.
–Neutrófilos (glóbulos blancos).
–Linfocitos T, B que secretan IgG, IgA e IgM.
Se ha visto que, como los linfocitos de la leche humana proceden de la madre, los niños amamantados toleran de mejor manera que los trasplantes de riñón madre-hijo.
Los bebés alimentados al pecho tienen el doble de tamaño de timo (órgano de defensa de los recién nacidos) que los alimentados con leche de fórmula. Hay estudios que demuestran que la lactancia materna prolongada (seis meses) protege contra la enfermedad celíaca (la leche tiene anticuerpos antigliadina), contra la colitis ulcerosa, el Crohn, la diabetes tipo I, la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple. Alergia
La leche humana protege contra la alergia. Durante el primer año de vida, los niños alimentados con lactancia materna desarrollaron menos asma, rinitis, atopia y alergia a proteínas, que los alimentados con biberón.
La leche materna previene las enfermedades alérgicas, siempre que la madre tome una adecuada ingesta de grasas. Parece que son los niveles bajos de alfalinolénico y ácidos grasos poliinsaturados los que se asocian con la alergia en el niño.
Estos y otros componentes son los que la naturaleza previo para que los bebes, crezcan sanos, a pesar de su propia inmadurez inmunológicas.
Sabiamente, la madre le "da" a su hijo lo que el recién nacido todavía no tiene y necesita imprescindiblemente.
Protección.
*Comité Lactancia Materna-Sociedad Argentina de Pediatría-Filial Córdoba