CARTA PARA VERONICA



Por si no estoy cuando ya sepas leer con los ojos y con el corazón al mismo tiempo.


Cuando te miro, Verónica, tan chiquita, tan redonda, con tu pelito de seda, haciendo morisquetas frente al espejo, soy feliz... y tengo miedo.

Porque el miedo es un raro ingrediente de la felicidad, sobre todo de esta felicidad mía tan pulida, tan dulce, tan nueva. Ahora no lo entiendes, claro, tienes nada mas que un año, un añito que pregonas con tu índice en alto y una sonrisa de solo seis dientitos de conejo. Ahora tu mundo se reduce a los pajaritos de cartulina que papá colgó del techo de tu cuarto y el aire mueve constantemente para tu asombro y tu alegría. y a la muñeca que buscando tu amistad solo encontró que te diviertas tirándola al suelo desde tu cuna.
Y al muñeco de celuloide pintado de rosa que tiene campanas en la barriga y suena a gloria cuando lo mueves. Ah . . . tu mundo . . . tu mundo de sopa, de puré, de torpes balbuceos, de rodillas sucias de gatear por el piso, de chupetes, de pañales, de agua tomada con bombilla y verdaderas proezas para sacarle las perillas al televisor. Es un mundo chiquito, vigilado, seguro, con olor a colonia para bebes. Un mundo que cabe en la palma de tu mano gorda.
Yo estoy en ese mundo, soy una enamorada de ese mundo. Sí, Verónica, ahora mamá esta. Lloras de noche y corre a tu cuarto, te acaricia la cabeza, te dice que vuelvas a dormite.

Mamá ya te conoce bien, sabe todo lo que te gusta y lo que no te gusta, y cuando pone sus ojos sobre ti, te estudia, te analiza, trata de comprenderte, de aprender cual es el camino que llega a tu corazón, para transitar siempre por el. Y ese es mi miedo. Hoy estoy aquí, tan cerca de ti, pensando la manera de hacerte feliz, segura de que a mi lado encontraras la dicha.

Pero . . . si me muero antes de que seas grande? Y si me muero antes de poder responder a todas tus preguntas, antes de poder aclarar tus dudas, antes de poder secar las lágrimas de tus primeras desilusiones, esas que duelen tanto? No, no tengo que morirme, no quiero.

Pero si me muero, quiero dejarte entre muchas cosas ( mi vida, mis sueños, mi inmenso amor por ti) una carta para que la leas con los ojos y con el corazón al mismo tiempo. Y sientas que estoy a tu lado, que estirando la mano puedes tocarme en el aire y afinando el oído puedes escuchar mi voz y mi risa (porque por sobre todas las cosas quiero que te acuerdes de mi risa . . . )

Verónica, gorrión, esta es la carta: "A tu alrededor hay un mundo con todo lo que conoces, con todo lo que amas. Mas allá, un mundo grande, bello y peligroso, donde te espera todo lo que te hará mujer: el amor, el hombre, la decepción, la angustia, el llanto, la felicidad. Para entrar a ese mundo no uses cabalas, no cierres los ojos, pero tampoco los abras con la intención de ver todo lo malo, lo negativo, lo gris. No cierres tu corazón con siete llaves . . . pero tampoco lo dejes sin ninguna cerradura.

No te guardes todo, pero no lo des todo. No pienses que los caminos son fáciles y te lances a andar con los pies desnudos, las manos abiertas y los ojos lavados con el agua de los arroyos limpios.

Tienes que llevar algo para el viaje, para cualquier viaje que emprendas; un equipaje sencillo y necesario que te ayude y te proteja: la pequeña armadura de tu voluntad para recuperarte de las caídas, así ninguno de los golpes que recibas llegara a romper tu fe; la ternura, porque con la ternura se curan los pajaritos enfermos, se hace reír a los niños y se llena de alegría el corazón de los que queremos. Y lleva amor, mucho amor, para los que te amen y para los que te odien. Porque alguien te va a odiar, no sé quien y no sé por que . . . alguien te va a odiar sin motivos para odiarte, y el que odia, Verónica, no es malo . . . solamente esta enfermo.

Recuerda que en tu mundo viejo y en tu camino nuevo tienes un amigo. Es un hombre que te conoce desde que naciste. Es un hombre que te quiere mas que a sí mismo y, aun no comprendiéndote, aun equivocado, siempre va a buscar lo mejor para ti, te va a proteger, te va a ayudar. Un hombre que hará por ti lo que sea necesario hacer y más! Un hombre que busca tu luz para iluminarse y busca tu risa para sentir que la vida no se ha vivido en vano.

Un hombre que cuando eras chiquita te compro unos pajaritos de cartulina blanca y negra y los colgó del techo de tu cuarto con hilo de coser. Papá. Tu papá, Verónica. Puede ser que lo encuentres muy severo o demasiado intransigente . . . pero si tienes algún problema acércate a el y díselo.

No hallaras mejor amigo que quien ha pasado noches en vela cuando estabas enferma y rezo por ti cuando ya había olvidado las palabras de las plegarias, y lloro de emoción la primera vez que lo llamaste "papá".

Y, al fin, no quiero engañarte, decirte que te dejo en un mundo de rosas, ruiseñores y todas cosas bellas. . . Pero tu puedes hacer que tu corazón las invente y cuando lo lastime una espina, sepa que detrás de la espina esta el maravilloso milagro de una flor.



"Tu mamá"

del libro: "Cartas para Verónica" de Poldy Bird


Notas Importantes

¿Qué es un parto respetado?


Todas las actividades que se realizan en el marco de la Semana del Parto Respetado están vinculadas a la concientización acerca de los derechos de las mujeres a la hora de dar a luz, y la importancia de garantizar nacimientos seguros, naturales y durante los cuales la madre goce de absoluta libertad. El parto respetado es un parto donde la prioridad es la libertad de movimiento y postura, respetando la fisiología femenina dando el tiempo que necesite para el nacimiento.
Cuando hablamos de humanizar estamos hablando de la necesidad de devolverle al nacimiento su verdadero sentido, protagonizado por la mujer que pare, el hijo/a que nace y el hombre que acompaña, respetando los tiempos de la naturaleza que son distintos en cada mujer, y cuando los verdaderos protagonistas viven este momento con la entrega que se requiere, la intervención de las/os profesionales, será solo de acompañar sin intervenir.
Dar a Luz plenamente es posible si le devolvemos a la mujer la seguridad perdida, preparándola para un nacimiento en un lugar que ella escoja y que le de seguridad, rodeándola de un ambiente cálido, acompañada por las personas que forman su núcleo de amor y amistad y dejándola asumir la tarea de acuerdo a sus creencias y necesidades.
La institucionalización de los partos ha hecho que se sistematicen una serie de controles y procedimientos sobre la mujer y el bebé sin evaluar el estado de salud de cada individuo y sus necesidades particulares, transformándose en rutinas; que suelen ser molestas, dolorosas y potencialmente riesgosas aplicándose sin justificación científica por costumbre del equipo de salud o que sigue pautas que no han sido revisadas y actualizadas.
El proceso del trabajo de parto y nacimiento es diferente en cada mujer y cada bebé, es diferente en los aspectos tanto físicos como emocionales, diferente en su desarrollo temporal. Es necesario respetar el tiempo que cada mujer y cada bebé necesita para parir y nacer.
Fuente: Relacahupan
(Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y Nacimiento)