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¿Cómo saber si estoy malcriando a mi hijo?

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Publicado en la comunidad Primer Bebé

 

En algún momento de la crianza de nuestros hijos podemos preguntarnos (o escucharemos a algún familiar decir) si estamos malcriando a nuestro hijo o nos dejamos manipular por él. Muy rara vez estos cuestionamientos suelen aparecer durante los primeros meses de vida del bebé, ya que por las características del ser humano, el bebé nace absolutamente desprotegido e incapaz de satisfacer sus necesidades por sí mismo. Sin embargo, los padres nos vemos, en muchas ocasiones, siendo el objeto de las críticas de amigos y familiares.

 

El equilibrio…

La puesta de límites es una tarea importante en la vida de los padres. No hay fórmulas secretas, ni reglas únicas a seguir. Las cosas no son blancas o negras. El equilibrio lo vamos a encontrar si podemos ser flexibles en algunas situaciones y estructurados en otras que así lo requieran.

 

Saber distinguir entre lo que el niño necesita y lo que el niño quiere.

¡Qué difícil hacer esta distinción en un niño cuando muchas veces somos los adultos los que no conocemos esta diferencia!

Partimos de la base de que un niño necesita cosas, y no siempre las demanda para manipularnos. Desarrollar el apego necesario para una buena crianza significa, invariablemente, que deberemos atender y responder a las necesidades del niño. Esto es muy diferente convertirse en un padre indulgente, que le da al niño absolutamente todo lo que pide, en cualquier momento o situación. Responder adecuadamente a las necesidades del bebé significa saber cuándo decir que sí y cuándo decir que no.

Cargar al bebé, prestarle atención cuando llora, darle de mamar cuando lo pide… nada de eso convierte a un bebé en un niño malcriado.

 

Saber cuándo decir sí y cuándo decir no: esa es la cuestión.

Esto es un factor que muchas veces preocupa a los padres. Si le digo que si, ¿lo estaré malcriando? Si le digo a todo que no, ¿qué le dejo hacer? Si desde pequeños, los niños aprenden que los padres estamos atentos a sus necesidades, desarrollarán la confianza necesaria para poder aceptar la frustración de los “no”, cuando pidan algo que no corresponda.

 

¿Cómo es un niño malcriado?

Un niño malcriado es un niño a quien le faltan límites, seguridad en sí mismo y a quien se le ha dado más de lo que se merecía.

Suelen ser rudos y demandantes con sus padres, familiares y pares, especialmente porque les cuesta compartir y seguir instrucciones. No responden a órdenes y pedidos, sino que son ellos quienes las imparten. Suelen tener rabietas y episodios de berrinches frecuentes.

 

¿Cómo son los padres de un niño malcriado?

  • Padres posesivos o temerosos, que usualmente controlan demasiado al niño, haciendo todo por él debido a sus propios miedos e inseguridades, haciendo que el niño se convierta en una persona dependiente. No toleran que el niño experimente algo de frustración, ni que se les dificulte un poquito la vida en ningún sentido.
  • Padres indulgentes o demasiado permisivos, que no pueden poner límites y reglas. Muchas veces refuerzan inconsistentemente a sus hijos con juguetes y otras cosas materiales, cuando no han hecho nada para ganarse dicho refuerzo.

 

Les dejamos estas preguntas para pensar:

¿Cómo estamos criando a nuestros hijos?

¿Qué tipo de adulto quiero que sea?

¿Cómo es mi estilo de crianza?

 

Lic. María Cecilia Veiga

ProMamás

 

Notas Importantes

¿Qué es un parto respetado?


Todas las actividades que se realizan en el marco de la Semana del Parto Respetado están vinculadas a la concientización acerca de los derechos de las mujeres a la hora de dar a luz, y la importancia de garantizar nacimientos seguros, naturales y durante los cuales la madre goce de absoluta libertad. El parto respetado es un parto donde la prioridad es la libertad de movimiento y postura, respetando la fisiología femenina dando el tiempo que necesite para el nacimiento.
Cuando hablamos de humanizar estamos hablando de la necesidad de devolverle al nacimiento su verdadero sentido, protagonizado por la mujer que pare, el hijo/a que nace y el hombre que acompaña, respetando los tiempos de la naturaleza que son distintos en cada mujer, y cuando los verdaderos protagonistas viven este momento con la entrega que se requiere, la intervención de las/os profesionales, será solo de acompañar sin intervenir.
Dar a Luz plenamente es posible si le devolvemos a la mujer la seguridad perdida, preparándola para un nacimiento en un lugar que ella escoja y que le de seguridad, rodeándola de un ambiente cálido, acompañada por las personas que forman su núcleo de amor y amistad y dejándola asumir la tarea de acuerdo a sus creencias y necesidades.
La institucionalización de los partos ha hecho que se sistematicen una serie de controles y procedimientos sobre la mujer y el bebé sin evaluar el estado de salud de cada individuo y sus necesidades particulares, transformándose en rutinas; que suelen ser molestas, dolorosas y potencialmente riesgosas aplicándose sin justificación científica por costumbre del equipo de salud o que sigue pautas que no han sido revisadas y actualizadas.
El proceso del trabajo de parto y nacimiento es diferente en cada mujer y cada bebé, es diferente en los aspectos tanto físicos como emocionales, diferente en su desarrollo temporal. Es necesario respetar el tiempo que cada mujer y cada bebé necesita para parir y nacer.
Fuente: Relacahupan
(Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y Nacimiento)