Ni más ni menos

No hay que hacer dieta, pero sí comer más sano. Te damos las claves para que engordar lo justo en la gestación no te resulte una misión imposible.

Sandra Sánchez. Asesora: Luisa López, nutricionista colaboradora del centro Valle 36

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Una de las principales razones para no coger sobrepeso en el embarazo es que aumenta el riesgo de que surjan complicaciones: hipertensión (y, como consecuencia, preeclampsia, una dolencia grave), diabetes gestacional, problemas circulatorios y respiratorios, dificultad para dormir, molestias musculares y partos más difíciles. Además, después del parto te resultará francamente complicado recuperar la figura anterior al embarazo.

El aumento de peso debe progresivo. Si tienes sobrepeso, en el primer trimestre no hay por qué ganar peso; en el segundo trimestre puedes subir unos 3 Kg; y en el tercero, unos 4 Kg.

Si tu peso es normal, en el primer trimestre puedes ganar unos 500 g, en el segundo unos 4 Kg y en el último unos 5 Kg. Debes tener en cuenta que si en las primeras semanas aumentas mucho de peso, más adelante, cuando el bebé tenga que engordar, te resultará realmente difícil evitar el sobrepeso.

Por eso, recuerda que si tu peso es normal, en el primer trimestre no tienes que aumentar tu aporte calórico y en el resto del embarazo bastará con que tomes 200 o 250 calorías extras al día. Esto equivale a un yogur light, un vaso de leche desnatada y una naranja. Si partes con sobrepeso, estas cantidades deben ser ligeramente menores.

¿Qué provoca el sobrepeso?

El normal aumento de peso en el embarazo se debe al mayor volumen de las mamas, al líquido amniótico, al peso del bebé (o de los bebés), de la placenta... Pero hay motivos muy claros que provocan un aumento excesivo de peso en estos meses, aunque hayas iniciado el embarazo en tu peso ideal: uno de ellos es la retención de líquidos.

Combátela bebiendo al menos dos litros de líquidos cada día y limitando (que no eliminando) la cantidad de sal con la que aliñas tus comidas. Si ves que la hinchazón se mantiene, comunícaselo lo antes posible a tu médico para que lo valore.

Un segundo motivo es la falta de actividad física: si eras muy deportista y lo has dejado al enterarte de que estabas embarazada, estarás ganando mucho peso. Baja el ritmo, pero no dejes de hacer ejercicio a no ser que éste suponga un riesgo (deportes de contacto, equitación, esquí, buceo...). Lo ideal, andar, nadar y hacer gimnasia de mantenimiento.

Y el tercer motivo y el más habitual es la alimentación incorrecta: es fácil que consumas más calorías de las necesarias y que tengas más apetito que antes. Y tampoco es raro que en los primeros meses tu estómago acepte sobre todo alimentos muy calóricos, como las galletas o las patatas.

Ten presente que comer mucho no significa necesariamente estar alimentando mejor a tu hijo. El 95% de las mujeres cuyas dietas son correctas dan a luz a bebés sanos, mientras que el 65% de aquellas que basaron su dieta en la comida basura dieron a luz bebés prematuros y/o con problemas de salud.

Notas Importantes

¿Qué es un parto respetado?


Todas las actividades que se realizan en el marco de la Semana del Parto Respetado están vinculadas a la concientización acerca de los derechos de las mujeres a la hora de dar a luz, y la importancia de garantizar nacimientos seguros, naturales y durante los cuales la madre goce de absoluta libertad. El parto respetado es un parto donde la prioridad es la libertad de movimiento y postura, respetando la fisiología femenina dando el tiempo que necesite para el nacimiento.
Cuando hablamos de humanizar estamos hablando de la necesidad de devolverle al nacimiento su verdadero sentido, protagonizado por la mujer que pare, el hijo/a que nace y el hombre que acompaña, respetando los tiempos de la naturaleza que son distintos en cada mujer, y cuando los verdaderos protagonistas viven este momento con la entrega que se requiere, la intervención de las/os profesionales, será solo de acompañar sin intervenir.
Dar a Luz plenamente es posible si le devolvemos a la mujer la seguridad perdida, preparándola para un nacimiento en un lugar que ella escoja y que le de seguridad, rodeándola de un ambiente cálido, acompañada por las personas que forman su núcleo de amor y amistad y dejándola asumir la tarea de acuerdo a sus creencias y necesidades.
La institucionalización de los partos ha hecho que se sistematicen una serie de controles y procedimientos sobre la mujer y el bebé sin evaluar el estado de salud de cada individuo y sus necesidades particulares, transformándose en rutinas; que suelen ser molestas, dolorosas y potencialmente riesgosas aplicándose sin justificación científica por costumbre del equipo de salud o que sigue pautas que no han sido revisadas y actualizadas.
El proceso del trabajo de parto y nacimiento es diferente en cada mujer y cada bebé, es diferente en los aspectos tanto físicos como emocionales, diferente en su desarrollo temporal. Es necesario respetar el tiempo que cada mujer y cada bebé necesita para parir y nacer.
Fuente: Relacahupan
(Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y Nacimiento)