Las fases del parto: fase 1

El parto se suele dividir en tres fases. La primera empieza cuando se determina que hay contracciones regulares y finaliza cuando la cérvix está totalmente dilatada.

Esta fase suele ser la más larga, pero su duración puede variar, de una a veinte horas es totalmente normal. También se subdivide en tres fases: la fase latente, en que las contracciones son todavía muy leves; la fase activa, en que las contracciones son más fuertes y vienen acompañadas de la contracción de los músculos uterinos; y la fase de transición, en que la cérvix se ha dilatado por completo y comienza la necesidad de empujar.

El parto comienza como una respuesta a unos estímulos hormonales provenientes del bebé. La glándula suprarrenal del bebé madura y comienza a segregar cortisona (otra hormona). En respuesta a este estímulo, la madre genera prostaglandina, que es la hormona que hace que el útero comience a contraerse.

Con cada contracción:

  • el útero empuja el bebé hacia abajo
  • la cérvix se abre más y se vuelve más fina

Cambios en las contracciones

Al principio del parto, las contracciones duran unos 40 segundos y se producen cada 10 minutos. Al final del parto, cada contracción dura más de un minuto y no pasa más de un minuto entre dos contracciones. El parto tiende a acelerarse a medida que avanza. Generalmente, una vez que se ha dilatado cinco centímetros, la cérvix comienza a dilatarse con mayor rapidez.

La comodidad

La mayoría de las mujeres soportan mejor esta fase del parto si pueden moverse y colocarse como quieran. Quizás en tu caso te ayude ponerte de rodillas, inclinarte hacia adelante sobre un cojín en el suelo o sobre el regazo de tu pareja, apoyarte en la pared o ponerte a cuatro patas... también puede que las posiciones más cómodas vayan variando según el momento.

A medida que las contracciones se hacen más intensas y dolorosas, es posible que te ofrezcan calmantes como paracetamol, dispositivo de estimulación TENS, petidina o una epidural. Para algunas mujeres los masajes, unas técnicas especiales de respiración o sumergirse en agua caliente pueden ser un gran alivio en esta fase.

Los cuidados del bebé durante el parto

La monitorización fetal vigila de cerca la salud de tu bebé, mediante el seguimiento del ritmo cardiaco. Esto se puede hacer de varias formas:

  • La matrona puede usar un estetoscopio fetal (o de Pinard), que se parece mucho a una trompetilla. Lo coloca contra el abdomen de la mamá y escucha los latidos del corazón.
  • Quizás te hayan conectado a un monitor fetal electrónico que recoge y muestra el ritmo cardiaco del bebé en forma de cifras en una pantalla. También es posible que hayan colocado un diminuto electrodo en el cuero cabelludo del bebé; este electrodo recoge también los latidos de su corazón y los envía a una máquina. Además, el ritmo cardiaco se muestra en una impresión para que los facultativos puedan verlo y valorar su evolución en el tiempo. Este tipo de monitorización puede ser continua.
  • La telemetría envía la señal del ritmo cardiaco a través de ondas de radio a un receptor. La mamá no está físicamente conectada al monitor, lo que le permite moverse como desee, pero siempre dentro del radio de alcance del dispositivo. También se trata de un tipo de control continuo.
  • Los doppler usan ultrasonidos para realizar la monitorización. En este caso, te colocarán un transmisor-receptor en el abdomen, que recoge los latidos de tu bebé.

El paso a la segunda fase

Una vez que la cérvix está totalmente abierta, tu bebé puede atravesarla y entrar en el canal del parto (o sea, la vagina). Este punto se describe como una «dilatación de 10 centímetros» o dilatación total; ahora entrarás en la fase de transición, que es el paso de la primera a la segunda fase. Las contracciones son intensas; probablemente te sientas ya muy cansada, incluso superada por las circunstancias, pero recuerda que ya queda poco. La transición puede durar entre unos minutos y una hora, o más. Quizás ni siquiera la notes. El fin de la fase de transición viene marcado por la necesidad de empezar a empujar. Estás entrando en la fase 2.

Las fases del parto: fases 2 y 3

La segunda fase del parto comienza con la cérvix totalmente dilatada y finaliza con el nacimiento de tu bebé. Esta etapa puede durar entre unos minutos y un par de horas.

Sabrás que has entrado en esta fase cuando sientas la imperiosa necesidad de empujar. Sin embargo, si tienes puesta la epidural, es posible que no lo percibas con tanta intensidad; algunas mujeres no notan este impulso en absoluto. Esto se enmarca dentro del periodo expulsivo. Tu matrona te ayudará a saber qué hacer si no sientes este reflejo.

Quizás necesites contener el aliento para empujar, pero no es recomendable que contengas la respiración mucho tiempo. Deja que tu matrona te vaya guiando; incluso es posible que te indique que no debes empujar, quizás porque puede haber alguna parte del borde de la cérvix todavía sin dilatar; cuando acabe la dilatación, podrás seguir. Quizás te recomiende que pares porque ve que la zona del perineo (la piel entre la vagina y el ano) está demasiado tensa y quiera evitarte desgarros. En ese caso, quizás te recomiende ir respirando despacio, suavemente, para que tu bebé salga más lentamente.

Algunas mujeres no sienten el reflejo de expulsión, aún cuando no tienen puesta la epidural. En esos casos, el niño «se desliza hacia afuera», aunque tienes que saber que esto suele ocurrir únicamente cuando ya has tenido hijos con anterioridad.

La carita de tu bebé, por primera vez

Cuando la cabeza esté completamente visible en la vulva, se dice que está «coronando». Tú o tu pareja (o acompañante en el parto) podéis sujetar un espejo frente al canal de salida, para que no te pierdas este momento. En una o dos contracciones, saldrá la cabeza de tu bebé y después el resto del cuerpo.

Tu matrona levantará delicadamente a tu bebé y lo colocará en tus brazos o sobre tu tripita para que lo puedas ver y darle la bienvenida.

¿Cuál es la mejor posición para el parto?

Cualquiera que te permita sentir tan cómoda como sea posible entre las contracciones, y que permita que tu bebé emerja con seguridad.

Si te pones en cuclillas, bien apoyada para no caerte, lograrás abrir la pelvis al máximo y la fuerza de la gravedad ayudará a tu bebé a salir. Para eso, tendrás que apoyar la parte superior del cuerpo para no desequilibrarte. Si tu pareja es lo suficientemente fuerte, puede sujetarte desde atrás, por las axilas. No dejes que las rodillas estén más altas que la cadera, porque te supondría un esfuerzo excesivo en las articulaciones.

Apoyada en un taburete o una silla, en una posición semi en cuclillas. Es posible que necesites ayuda para estabilizarte.

La posición a cuatro patas te permite descansar entre las contracciones, echando el cuerpo hacia adelante.

La posición tradicional tumbada no contribuye al nacimiento, porque hay una cierta compresión de la pelvis y tu bebé tiene que ir «cuesta arriba», en contra de la gravedad. Sentada en la cama, con muchas almohadas y quizás el apoyo de tu pareja, es ligeramente mejor.

De lado, con la pierna que queda arriba levantada, es una posición cómoda si te sientes cansada y no puedes ponerte en posición vertical..

El nacimiento

La cabeza del bebé suele salir orientada hacia tu espalda. En ese momento, la comadrona podría comprobar el cordón umbilical de tu bebé, para verificar que no lo tiene enrollado alrededor del cuello. Después, los hombros giran para que el cuerpo quede de lado y la cabeza, ahora que ha salido, también queda girada de lado.

Fórceps y ventosas

Los fórceps son un juego de «cucharas» conectadas que permiten sujetar la cabeza del bebé para tirar de él. Las ventosas utilizan una bomba de vacío que ayuda al bebé a recorrer los últimos centímetros del camino al exterior. Es posible que tu bebé necesite esta ayuda para nacer más rápido en los siguientes casos:

  • Está sufriendo: esto se muestra en un ritmo cardiaco más lento; otra posibilidad es que el bebé haya expulsado meconio (su primera caquita), que puede teñir y ensuciar el líquido amniótico.
  • Si su salida resulta complicada, porque su posición no sea adecuada o porque la pelvis de la madre no se pueda separar lo suficiente.
  • Si las contracciones se han vuelto demasiado débiles o la madre está agotada.
  • Si el bebé nace antes de lo previsto, lo que significa que los huesos blandos del cráneo necesitan más protección.

Desgarrones, episiotomía y puntos

En ocasiones, la piel del perineo se rasga al estirarse alrededor de la cabeza del bebé. Si tu matrona percibe que estás a punto de sufrir un desgarro grave o que tu bebé tiene que nacer rápidamente, te preguntará (salvo que se haya acordado de otro modo con el médico o con la matrona) si puede realizarte un corte en el perineo. Este corte es lo que se denomina «episiotomía». También será necesario que te la practiquen si tu bebé va a nacer con ayuda de fórceps.

Los desgarros y episiotomías de gran longitud requieren unos puntos. En ese caso, se te administrará anestesia local. Los puntos se caen solos y normalmente no tendrás que acudir a tu médico para que te los retire ni hacerlo tú misma. Tu matrona te dará los consejos necesarios para calmar el dolor y cuidar la zona afectada después del parto.

Fase 3

Quizás creas que cuando tu hijo ha nacido el parto ha terminado, pero aún te queda una fase. No te preocupes; esta fase suele ser rápida y quizás ni te des cuenta de que se está desarrollando, porque estarás pensando ya en tu recién nacido.

Esencialmente, la fase tres consiste en alumbrar la placenta y las membranas después de que se haya cortado el cordón umbilical. Esto se puede hacer de forma natural, sin intervención médica, o con ayuda de una dosis de sintometrina, que la matrona te inyectará en la pierna durante el parto. Tu matrona te comentará las opciones antes de llegar a la fecha del parto, para que puedas tomar esta decisión antes de entrar en el hospital para tener a tu bebé.







Notas Importantes

¿Qué es un parto respetado?


Todas las actividades que se realizan en el marco de la Semana del Parto Respetado están vinculadas a la concientización acerca de los derechos de las mujeres a la hora de dar a luz, y la importancia de garantizar nacimientos seguros, naturales y durante los cuales la madre goce de absoluta libertad. El parto respetado es un parto donde la prioridad es la libertad de movimiento y postura, respetando la fisiología femenina dando el tiempo que necesite para el nacimiento.
Cuando hablamos de humanizar estamos hablando de la necesidad de devolverle al nacimiento su verdadero sentido, protagonizado por la mujer que pare, el hijo/a que nace y el hombre que acompaña, respetando los tiempos de la naturaleza que son distintos en cada mujer, y cuando los verdaderos protagonistas viven este momento con la entrega que se requiere, la intervención de las/os profesionales, será solo de acompañar sin intervenir.
Dar a Luz plenamente es posible si le devolvemos a la mujer la seguridad perdida, preparándola para un nacimiento en un lugar que ella escoja y que le de seguridad, rodeándola de un ambiente cálido, acompañada por las personas que forman su núcleo de amor y amistad y dejándola asumir la tarea de acuerdo a sus creencias y necesidades.
La institucionalización de los partos ha hecho que se sistematicen una serie de controles y procedimientos sobre la mujer y el bebé sin evaluar el estado de salud de cada individuo y sus necesidades particulares, transformándose en rutinas; que suelen ser molestas, dolorosas y potencialmente riesgosas aplicándose sin justificación científica por costumbre del equipo de salud o que sigue pautas que no han sido revisadas y actualizadas.
El proceso del trabajo de parto y nacimiento es diferente en cada mujer y cada bebé, es diferente en los aspectos tanto físicos como emocionales, diferente en su desarrollo temporal. Es necesario respetar el tiempo que cada mujer y cada bebé necesita para parir y nacer.
Fuente: Relacahupan
(Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y Nacimiento)